La cuarta generación china crece en la República Dominicana

De la Serie "La Colonia China en R. D."

Por Javier Valdivia
Santo Domingo

Una estructura social basada en grupos familiares le permite conservar sus antiguas tradiciones y a la vez mantener el riguroso equilibrio que le impone su cultura, fundamentos esenciales de una comunidad cuyas primeras huellas en República Dominicana se remontan a la segunda mitad del siglo XIX: sabiduría milenaria y laboriosidad perpetua traídas a la isla desde el otro lado del mundo.

Silenciosamente, con el paso lento de los años y el tesón imperturbable con el que sus ancestros moldearon la historia, este grupo se fue haciendo espacio en el conglomerado multicolor de la sociedad dominicana, donde pasó de tener una presencia casi inadvertida a ser un importante referente en diversas áreas del quehacer humano.

Pero tuvieron que pasar 154 años exactos para que la colonia china encontrase por fin su lugar en el corazón del Caribe, y para que vea crecer como lo hace ahora a su cuarta generación nacida en República Dominicana, tan identificada a ésta como a su idioma, propio e incomprensible, y a sus arraigadas costumbres seculares.

“La llegada de chinos al país ocurrió de forma escalonada. Fue durante las cuatro primeras décadas del siglo XX, mientras se vivían los conflictos de la guerra chino japonesa, cuando se produjo la mayor ola migratoria”, dice la historiadora y catedrática dominicana Mu-Kien Adriana Sang Ben.

Sang, en una serie de reveladores artículos publicados hace dos años, explicó ya los orígenes de la migración china al Caribe, que se concentró primero en Cuba y en República Dominicana, poniendo énfasis en el carácter “esclavista y miserable” de los primeros viajes, organizados desde la lejana China para reemplazar a la mano de obra negra recién liberada.

Aunque algunos historiadores señalan que cientos de chinos llegaron al Caribe (sobre todo a Cuba) a principios del siglo XIX ó antes de las grandes olas migratorias, la experta asegura que es entre la segunda mitad y finales de ese siglo cuando los “culíes”, como eran llamados despectivamente los trabajadores orientales (obligados por un contrato laboral de ocho años), empezaron a poblar la región, y lo seguirían haciendo en las siguientes décadas.

“Los primeros inmigrantes chinos y la mayor parte de los integrantes de la comunidad china provienen en su mayoría de Enping, en Guangdong, y hablan el dialecto cantonés Enping Hua. Aunque los inmigrantes chinos que han llegado al país en las últimas dos décadas hablan también mandarín”, dijo a LISTÍN DIARIO Rosa Ng Báez, representante comercial de República Dominicana en la República Popular China.

La ciudad de Enping (todavía una pequeña aldea a principios del siglo XX) está ubicada en el distrito de Jiangmen, al suroeste de la provincia de Guangdong, en la República Popular China, cuya capital es Guangzhou, antes conocida como Cantón.

La mayoría de chinos llegados a territorio dominicano son de la etnia Han, cuya dinastía se remonta a los años 206 AC y 220 DC, y conforma la gran mayoría étnica en la República Popular China, con el 92%, y en Taiwán, con el 98%.

El abuelo de Ng (voz simplificada del sonido “ung” y que en realidad se refiere al apellido chino Wu) llegó a República Dominicana en 1923 y regresó a China en 1928. Su padre, en cambio, vino al país en 1927 para quedarse y morir aquí en 1978. Los dos vinieron de Guangdong.

Es precisamente en los años veinte cuando, según Sang Ben, la historiadora dominicana, se empieza a producir el grueso la migración china hacia el país.

Presencia

Pero las investigaciones de la experta le han permitido determinar que ya para 1861 algunos ciudadanos chinos habían llegado al país, y que incluso en la guerra de Restauración, en 1864, las filas dominicanas destacaban las hazañas de un famoso combatiente cuyo apelativo, “Pancho el chino”, casi no deja dudas sobre la presencia oriental en esa conflagración.  

Sang menciona otros casos como el de un grupo de “culíes” traídos desde Cuba al país por Gregorio Rivas, “un importante emprendedor del Cibao”, que se habrían diseminado por la provincia Duarte para formar familias como los Añil, Sanz, Victorio, Antonio, Amparo y Gómez, y hasta donde podría extenderse el rastro de la primera ascendencia china si no fuera porque muy probablemente todos están muertos.

También nombra a otra “cuadrilla” de chinos “importados” desde Cuba que se dedicaron a la construcción de depósitos y almacenes en Samaná, el Yuna y Moca, uno de los cuales fue el padre de las destacadas educadoras Mercedes y Antera Mota, ambas nacidas en San Francisco de Macorís, y otros llevados a Puerto Plata.

Para 1915 agrega Sang, la presencia de chinos en el país era abundante, tan fuerte que se afirma que muchos de los “culíes” usaban el país como trampolín hacia Puerto Rico, provocando tal presión migratoria que las autoridades puertorriqueñas les negaban el permiso de ingreso.

Pero también está el testimonio personal. Miguel Sang, padre de la historiadora, y un grupo de sus compatriotas que no vinieron como “culíes”, llegaron en la segunda ola migratoria de los años treinta. Fue en 1936, cuando estando en Cuba, un tío le dijo que fuera a una ‘tierra de miel’ que estaba muy cerca y que ofrecía buenas oportunidades para el trabajo: República Dominicana.

“Hay que diferenciar a la primera generación (de chinos en República Dominicana) que vivía en enclaves a la segunda, de (chinos) dominicanos, que va expandiéndose”, comentó la historiadora a LISTÍN DIARIO.

A esta “tierra de miel” llegó paradójicamente quince días antes del estallido de la Guerra de Abril de 1965 Su King Fung (Lion, apellido de la madre para el registro dominicano), actual presidente del Centro de la Colonia China Inc., la entidad que agrupa a las principales asociaciones familiares y empresariales chinas del país.

“En aquellos tiempos China tenía problemas con el comunismo y estaba difícil la situación”, comenta Fung, nacido en Cantón en 1938 y que sin conocer todavía el idioma tuvo que mantenerse escondido mientras duraron los enfrentamientos.

Una vez en territorio dominicano (cuando llegó había entre 2,000 y 3,000 chinos en todo el país según recuerda), el entonces inmigrante se dedicó por bastante tiempo a la siembra de hortalizas, luego diversificó sus negocios y ahora es el patriarca del tercer clan chino más numeroso en República Dominicana.

“Lo que más recuerdo es la familia y el trabajo en aquellos tiempos (antes de salir de China)”, dijo Fung a LISTÍN DIARIO, aunque agregó que como el resto de la colonia china en el país, aún conserva viejas tradiciones vinculadas a la comida, a la cultura (fiestas, juegos y casinos) y a la particular costumbre de asociarse en familias.

China misma surgió, según algunos historiadores, de una sociedad dividida en clanes, cada uno posiblemente vinculado a un animal totémico (habrían existido hasta 200 de estos), que fue derivando hasta nuestros días en grupos “patrilineales” y “patrilocales” unidos por un apellido común, por compartir un ancestro común o por pertenecer a un hogar ancestral.

Debido a sus propias características (pueblo ancestral, propiedad y dialecto común) los clanes se hicieron más fuertes en el sur de China.

“En República Dominicana nos asociamos por tradición y por la hermandad de nuestros apellidos”, dice Wilson Ho, presidente de la Asociación de las Familias Joa, Lai y Kong, conocida como Sam Yick Tong, que traducido literalmente del cantonés “tres” (Sam), “beneficio o mejoría” (Yick) y “palacio, salón, sede o lugar principal de reunión” (Tong), significa Organización de Tres Familias.



Tradición. Una niña dominico-china estudia en una escuela creada por la Colonia en 1960.

Lazos de sangre

Ho, que llegó al país en 1963 y cuyo apellido es el mismo que Joa (como era hace cien años) o He (como se dice ahora), explicó al LISTÍN que la historia de su asociación se remonta a los años finales de la dinastía Song del Sur (1279 DC), cuando presionados por la invasión de guerreros nómadas del Norte conocidos como Juchen, oficiales pensionados de esa dinastía, de apellidos Kong (Jiang), Lai (Li) y Joa (Ho/He), en “una larga e histórica marcha” decidieron trasladarse con sus familias hacia el sur de China.

“Durante esa travesía, las tres familias se ayudaban mutuamente para vencer las adversidades que les deparaba el destino: cruzar ríos desbordados, escalar montañas escarpadas y recorrer caminos escabrosos, dando así inicio al origen de una hermandad y cooperación entre las mismas”, dice una reseña sobre el surgimiento de esta organización, fundada en República Dominicana en los años setenta del siglo pasado.

Bajo ese origen, y fundamentado en el interés de preservar y difundir el legado de “humanismo, hermandad, cooperación mutua y en recuerdo de sus ancestros”, la sociedad Sam Yick Tong existe ahora en distintas ciudades de China como Cantón, Hong Kong y  Macao, pero también en localidades de ultramar, en el sudeste asiático, Centro y Sudamérica, Estados Unidos y el Caribe.

Además de la de Ho, existen también la Asociación Chi Tack Tong, que agrupa a trece familias de las cuales la Ng/Wu es la mayoritaria; y la Cha Sin Tong, conformada por siete familias, siendo la de apellido Chen la principal, y la asociación de masones chinos conocida como Chi Kung Tong.

Rosa Ng, la representante comercial dominicana en la República Popular China, dijo al LISTÍN DIARIO que no se puede decir que existan rangos entre las familias, pues todas tienen la misma procedencia u origen, pues todas interactuan por igual, como “una especie de clan o clanes en base a familiaridad o amistad”.


“Es una manera de mantener lazos que perduran hasta en la muerte pues los panteones (chinos) se han construido de igual forma en el cementerio”, afirmó Ng.

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