Una mujer en el poder no es un hombre en el poder
Ricardo Coler relata sus vivencias en Loshui,
donde las mujeres mandan
El reino de las mujeres, testimonio del matriarcado en una comunidad
china
FABIOLA PALAPA QUIJAS
Interesado por ver cómo era el paraíso del movimiento feminista, el
fotógrafo y periodista Ricardo Coler viajó a Loshui, poblado a orillas del lago
Lugu, en China, porque en esa sociedad se lleva el apellido de la madre, se
vive donde la mujer vive y quien tiene realmente el poder es la mujer.
El reino de las mujeres (Joaquín Mortiz) es una crónica novelada en la
que Coler relata lo que vivió en China junto a los mosuo -una sociedad
matriarcal- y lo que ocurre con los roles masculinos y femeninos.
Los mosuo forman una comunidad de unos 25 mil habitantes donde las
mujeres están al mando. El autor presenta cómo puede ser la realidad sin la
supuesta supremacía del hombre y sin la opresión que esa forma de pensar puede
ejercer.
En entrevista, Ricardo Coler explica que en las "sociedades
matriarcales no hay violencia, ahí se ve claramente la mentalidad de la mujer;
la gente no se pelea como peleamos en Occidente, porque ser violento es algo
que degrada socialmente.
"Los conflictos se resuelven mucho más fácilmente, además no hay
una competencia feroz y esto no lo vemos acá; vemos cuando el hombre es muy
competitivo y, en el caso de que una mujer logre puestos altos, tiene como una
dificultad con lo femenino y se van como masculinizando."
Lo que ocurre en la sociedad matriarcal -agrega Coler- es producto de
una cultura donde la condición femenina se impone sin restricciones masculinas.
No hay violencia ni tampoco está la locura por acumular y acumular dinero.
"Es una sociedad fuerte, a la que jamás se le podrá considerar
machista; donde la mujer es la única que puede tener dinero, la única que puede
tener casa, la única que tiene una habitación para ella; y la única que tiene
derecho sobre los hijos."
Cuando llegó a la comunidad de los mosuo, para Coler fue como un
choque: "los hombres siempre tenemos fantasías armadas de lo que es una
mujer y llegar a esta sociedad rompe con esto. Rompe por ejemplo con la idea de
que una matriarca, lo primero que haría sería someter al hombre, y no es así,
porque una mujer en el poder no es un hombre en el poder.
"Quería ver qué pasa cuando se invierten los roles; qué pasa con
el amor, la sociedad, educación, trabajo, familia; al final uno se da cuenta de
que hay una cantidad de prejuicios que el hombre tiene.
"En el matriarcado el desdén por la violencia y por la
acumulación tonta de dinero hace parecer la vida más amable y llevadera;
además, la institución familiar parece más sólida y vital que la occidental. Es
lo que impresiona al ver que no les hacen falta discursos morales para
sostenerla", sostuvo el autor.
Al realizar la investigación, Coler no sólo se sorprendió por la forma
en que las mujeres "mandan", sino que los jóvenes no quieren casarse
y las mujeres eligen con quién pasar la noche, "siempre y cuando no se
enamoren".
Al ser entrevistados por Coler, los habitantes de mosuo se quedaban
congelados con sus preguntas sobre la posibilidad de formar una familia y tener
un hogar.
"Me decían que ellas tenían una familia y que nunca se les había
ocurrido ir a vivir con alguien de otra familia. La familia es muy tradicional
y se mantiene a través de los años y todo mundo trabaja para su familia; las
parejas están fuera de la casa."
Los hombres, de acuerdo con Ricardo, se dedican más a las cuestiones
de organización y a la política, mientras que las mujeres manejan la sociedad.
"El poder político lo tiene cualquiera, a ellas no les importa,
es una cuestión complicada de entender para nosotros, pero de ahí se deduce un
funcionamiento; por eso un hombre puede ser el jefe de la aldea."
Por lo que se refiere al amor y la sexualidad, Coler señala que las
mujeres pueden tener relaciones con el hombre que elijan, la única condición es
que no se enamoren, ya que en caso de presentarse una supuesta infidelidad
pierden su exclusividad.
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