República Dominicana tiene el reto de captar una porción del flujo de turistas chinos.


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En la Era de Trujillo "los chinos de Bonao" fueron un referente nacional. Al lucir despistados frente a la realidad local, cualquier noticia se consideraba de dominio público solo si esos inmigrantes se suponían enterados. Hoy día es el Barrio Chino de Santo Domingo lo que cautiva al imaginario dominicano. Pero preferible sería que miráramos al inmenso potencial del turismo chino y nos propongamos aprovecharlo.


Con 1,300 millones de habitantes, la nación más populosa es ya la segunda economía mundial. La tasa de crecimiento promedio de su PIB fue de 9.8% entre 1978 y 2009 y los analistas proyectan un 8% para la próxima década. De ahí que la creciente clase media de más de 300 -algunos dicen 500- millones está demandando vacaciones en el exterior. Y a medida que avanza su capitalismo se reporta que crece su apetito por conocer la cultura occidental.

Ese interés por los viajes al extranjero está motivado por el deseo de nuevas experiencias y la afición china por las compras de nuevos productos. Además, la política de un solo hijo en las familias permite mayor disponibilidad de recursos y los viajes de dos semanas se han convertido en el patrón. Los que más viajan son los jóvenes de 20 a 39 años.

En el 2010 fueron 54 millones los viajeros al exterior. Esto significa que los chinos han desplazado a los alemanes como los viajeros más numerosos, convirtiendo a China en el mayor emisor turístico a nivel mundial. Las proyecciones son que para el 2020 serán 100 millones los chinos que viajaran al exterior. Sin duda que la República Dominicana tendría un gran reto para poder captar una porción de ese flujo.

Por otro lado, se proyecta que para el 2030 China se convertirá en el mayor país receptor de turismo internacional. Algunos estimados cifran en el increíble volumen de 385 millones las llegadas para entonces. Eso hará de China el mercado turístico dominante a nivel mundial, tanto en la emisión como en la recepción de turistas. El primer esfuerzo serio para captar algún flujo de chinos hacia aquí lo comenzará la flamante Oficina de Representación Comercial de la República Dominicana en China. Su directora, Rosa Ng, quien ha sido presidenta del Barrio Chino por varios años, tiene entre sus planes concentrarse en eso. Pero no hay dudas de que los logros serán difíciles frente a la competencia que ya ofrecen países con un producto turístico similar al nuestro, tal y como es el caso de Malasia, Singapur, Indonesia, Australia, Vietnam y Tailandia.

Esos competidores nos aventajan porque están más cerca. La enorme distancia entre la RD y China es hoy día el principal impedimento a vencer, especialmente por los prohibitivos costos de los boletos aéreos y el tiempo de viaje. Otros obstáculos como la barrera del idioma, la ausencia de relaciones diplomáticas y la concesión de visados palidecen en importancia frente al problema del transporte.

Por suerte ya existen aviones con suficiente autonomía para volar sin escala desde China a la RD. El Airbus 380, un avión con capacidad para 853 pasajeros en clase económica, ya opera en muchas partes del mundo. El Boeing 787 Dreamliner, un avión aún más eficiente en el uso de combustible, está a punto de comenzar sus operaciones comerciales, pero transportará menos de 300 pasajeros. Será en el 2014 que China saldrá al mercado con sus propios aviones jumbo C919, pero éstos no se comparan.

El problema mayor seguirá siendo el costo del boleto aéreo. Ya hay varias empresas que están diseñando naves más veloces, de mayor capacidad y con un consumo de combustible más sustentable. La Agencia Espacial Europea está trabajando en el jet A2, el cual volará a cinco veces la velocidad del sonido. Eso permitirá volar desde Beijing a Santo Domingo (8,400 millas) en menos de cuatro horas, aunque los boletos serán muy caros. Faltan años para que estas naves aéreas puedan resolver ese cuello de botella.

Mientras, los esfuerzos dominicanos por atraer turistas chinos deben ser bien puntuales. No solo deberán focalizarse en las provincias chinas de mayor propensión de viaje, sino también trabajar nichos muy específicos que estén interesados en conocer las bondades del Caribe. En tal sentido, lo mejor es concentrarse en los mercados de Beijing y Shanghai, las dos más grandes y más pudientes.

Nuestra Oficina en Beijing deberá también procurar nuevas inversiones chinas. Nuestra Rosa Ng informa que actualmente China está invirtiendo más de 7 billones de dólares en el Caribe. En turismo se conoce que el Eximbank chino está financiando un hotel de 3,800 habitaciones en Bahamas con más de tres billones (http://www.miamiherald.com/2011/02/21/2081920/china-is-financing-3-billion-resort.html). Aquí se ha informado que invertirán US$462 millones en el complejo Punta Perla.

Den Tsiao Ping, el último líder legendario de China, decía que lo importante no era que el gato fuese negro o gris, sino que cazara ratones. Por eso no debe esperarse que nuestra flamante oficina de Beijing haga todo, en vista de que su atención estará repartida en muchas otras cosas. Nuestras principales oficinas de promoción turística en Norteamérica y Europa deben arrimar el hombro y comenzar a conocer a los touroperadores chinos. Aunque a nadie le gustan los ratones, sí nos deben gustar los turistas chinos.

Nuestra Oficina en Beijing deberá también procurar nuevas inversiones chinas.

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